DEVOCIóN ADMIRABLE DE LOS 7 DOLORES QUE MARíA SANTíSIMA SINTIó EN LA VIDA Y MUERTE DE SU AMADíSIMO HIJO OPCIONES

Devoción admirable de Los 7 Dolores que María Santísima Sintió en la Vida y Muerte de su Amadísimo Hijo Opciones

Devoción admirable de Los 7 Dolores que María Santísima Sintió en la Vida y Muerte de su Amadísimo Hijo Opciones

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"Voy a darles todo lo que piden, siempre que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo o la santificación de sus almas."

Todos hemos sentido el dolor en más de una ocasión; pero notar el dolor de la pérdida de un ser querido es un caso muy duro. Devoción a los siete dolores

Considera, alma piadosa, el tristísimo cuadro de soledad y desolación de María que hogaño se ofrece a tu contemplación, sepultado el sacrosanto cuerpo de Jesús tu redentor. A posteriori que la dolorida e inconsolable Raíz hubo desahogado un tanto la grandeza de su dolor sobre el inanimado cuerpo del Hijo descendido de la cruz, lamentando amargamente el bárbaro estrago que los hijos del pecado habían hecho en aquel cuerpo impecable y adorabilísimo, los piadosos varones José y Nicodemo, tras haberlo embalsamado, suplicaron compasivos a la Raíz afligidísima que les permitiese darle sepultura antaño que cerrase la Incertidumbre.

Inmóvil perseveraba la afligida Raíz al pie de la cruz de su inmolado Hijo, y tristemente anhelosa de poderlo quitar del sangriento madero y recogerlo en su enamorado seno… Mas ¡ay!, ¡cómo hacerlo, destituida como se hallaba de todo socorro humano!

Meditar los siete Dolores de Nuestra Origen Santísima es una guisa de compartir los sufrimientos más hondos de la vida de María en la tierra.

Aconsejamos adivinar en el Santo Evangelio las citas que acompañan a cada singular de los dolores y luego la oración que se acompaña:

Inexplorado María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, cargado con nuestras culpas, llevando el herramienta de su propio suplicio de muerte; Él, que Cuadro creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan excelso de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, a posteriori de suceder sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún decano sería el dolor espiritual por ser una escarnio y una humillación tan excelso; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; aoraciones te acompañamos en este dolor .

El Rosario de los Siete Dolores es una forma específico de honrar a la Casto María y unirse a sus sufrimientos. A través de esta devoción, los fieles pueden acercarse a la Raíz de Jesús y experimentar su compasión y amor materno.

Llorar no es imperfección cuando el motivo del llanto es santo. Deplorar no es intención de pasión, sino de fina sensibilidad. Llorar a impulsos del bienquerencia divino es un don de Dios, don que solo a grandes almas se concede.

Las cuentas brillaron como el estrella, y eran blancas como la cocaína. Me dio el Rosario, y me dijo: "Este es el Rosario de mis lágrimas, que mi Hijo confía a su amado Instituto, como en testamento. La invocación aunque ha sido dada por mi Hijo. El quiere honrarme de una modo peculiar por medio de estas invocaciones, y concederá con capricho los favores que se le pidan con fervor por mis lágrimas.

Considera el amargo dolor que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo de su querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo.

Madre del amor imperecedero, por la soledad en que quedaste al dejar el Cuerpo de tu Divino Hijo en el sepulcro, haz que siempre los tenga a Jesús y a Ti por compañía, que no me olvide que estamos de paso en este mundo y que comprenda que solo muriendo a mi mismo es que resucitaré a la vida eterna.

Doncella María: Por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el herramienta de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan ínclito de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, luego de suceder sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo serio Rey de reyes coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionaran un gran dolor físico, aún anciano sería el dolor espiritual por ser una engaño y una humillación tan excelso; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor.

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